viernes, octubre 17, 2008

Pensar en otras cosas


Pues ayer tuve mi primera reunión de doctorado del curso ¡cómo me moló! Estuve con el cerebro durante dos horas en cosas en las que últimamente no pienso, y creo que me vino bien. Cuando llegué todo el mundo me preguntaba que qué tal Tomás, que si duerme, que si yo descanso (la profesora tenía especial interés en este punto, se le agradace) y yo a todo que sí, que sí duerme, que yo descanso... pero cuando llegó mi turno de hablar, de decir lo que yo pensaba sobre el tema a trabajar durante el curso me dí cuenta de que era mentira: que sí que estoy cansada. Llevo cuatro meses sin poder darle a la cabeza durante más de una hora seguida y necesito hacerlo.

Me gustó ir porque volví a ver la necesidad de organizarme el día y encontrar espacios para poder pensar en cosas propias y/o abstractas.
Pero lo cortés no quita lo valiente y esta mañana la hemos pasado Tomás y yo paseando, la mar de contentos, felices por el barrio. No cogidos de la mano, pero casi.

Durante el verano olímpico leí en el periódico sobre una atleta de Tarragona que estuvo en las olimpiadas unos catorce meses después de tener una hija, su entrenador decía que la veía mejor, más poderosa sobre la pista, más disciplinada y con las conexiones neuronales más apretadillas.

Nada tiene porqué ser así, no tengo porqué hacer algo brillante, pero por lo menos está bien tener ganas de mover el cerebro.

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